Hay prendas a las que una les coge un especial cariño, a veces por ser muy ponibles, otras por haberse encontrado muy favorecida alguna vez con ellas…
A mi me pasó esto último con este vestido de Caroll. Es de seda, lo compré de rebajas «por si…» caía una boda, una cena… Y cayeron varias, pues ya tiene seis años por lo menos, y siempre me he encontrado muy bien con él.
Debe de ser porque está hecho al bies, algo que nos favorece mucho a las curvilíneas, o por el estampado tan armonioso en tonos rosados y tostados, con un brillo de seda muy discreto, y por ese escote drapeado que nunca creí que me sentara bien hasta que me lo probé. Me llega por debajo de la rodilla, algo tremendamente favorecedor en un vestido algo ajustado.
Siempre le pongo este chal rosa y un zapato nude:
Pero ¿os habeis fijado en lo monas que son mis perchas?
Pues son de El Corte Inglés, pero no vayais a buscarlas porque tienen casi 20 años.